Las Murallas

3km de longitud

Perímetro amurallado

El poblado fortificado de Ulaca cuenta con un potente perímetro amurallado de forma ovalada y más de 3 km de longitud. A este sistema defensivo artificial hay que sumarle la naturaleza escarpada del terreno que rodea a la ciudad. La muralla se adapta bien a la morfología del terreno, siguiendo en gran medida el borde del cerro amesetado e integrando en su estructura los afloramientos graníticos que encuentra a su paso. En algunos puntos, sobre todo al mediodía, sólo se llegó a marcar la cimentación de la muralla, por otro lado casi innecesaria debido a los fuertes cortados que protegen ese sector. La técnica constructiva de la muralla es de dos paramentos de mampostería de granito en seco, con un relleno interior de piedras pequeñas.

Las 9 entradas

A partir de una cita de Apiano (B.C., I, 112), que menciona el incendio de la muralla de Pallantia en el año 74 a.C. tras el asedio de la ciudad por parte de Pompeyo, se ha propuesto que el remate de la muralla, sobre todo en las puertas, estuviera compuesto por una empalizada de madera. En el perímetro amurallado de Ulaca se pueden identificar nueve entradas o interrupciones de la muralla, dos de las cuales han sido restauradas: la puerta noroeste, que sirve actualmente de acceso al oppidum, estuvo protegida por una línea de muralla que la antecede y reforzada al interior; y la puerta noreste, que hoy día se utiliza para salir del poblado una vez finalizada la visita.

Muralla Ulaca

Entrada Occidental

Comunidad

La comunidad que habitó Ulaca eligió para su emplazamiento un cerro prominente que domina desde lo alto todo el Valle Amblés y que, al mismo tiempo, es visible desde amplios sectores del mismo. Así, la muralla y las puertas levantadas en el lado norte de la ciudad tuvieron que presentar un aspecto imponente vistas desde el valle. En este sentido, las fortificaciones habrían actuado como un elemento de prestigio visual, como un símbolo de la pujanza de la comunidad residente. Pero, además de esta función simbólica, la muralla tendría un papel defensivo fundamental y serviría también para delimitar al grupo social que vivía en su interior. Asimismo, su construcción y mantenimiento periódico habría servido para “crear comunidad”, para fortalecer el sentimiento de pertenencia a una misma colectividad.